miércoles, mayo 03, 2006

Una planta: aloe vera

El Aloe Vera (en castellano del árabe toma los nombres zabira, zabila, zabida, zadiba y pita zabila) es una planta liliácea, como las cebollas o los ajos. Existen unas 350 variedades del género aloe, casi todas con alguna propiedad terapéutica, generándose mucha confusión en torno a la denominación de las diferentes variedades, pero sólo debe llamarse aloe vera a la especie aloe barbadensis millar, originaria de las Barbados.


La utilización del aloe corre pareja con el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes. Está documentada en el inicio de las civilizaciones china, india, sumeria y asiria y el antiguo Egipto (el jugo de aloe vera y sus efectos están ya descritos en el Papiro de Ebers, 1500 a.C.), entre los babilonios y los hebreos. En el siglo I d.C. Dioscórides, en su herbario griego, hace una amplia descripción de la planta por sus propiedades medicinales y cosméticas. En Andalucía existían grandes plantaciones de aloe que fue introducido por los árabes, propagadores del uso medicinar del latex de aloe (acibar), llegando a ser elemento esencial de la medicina popular hasta que el empleo generalizado de la farmacopea moderna lo relegó al olvido junto a la mayoría de las plantas medicinales. El redescubrimiento del valor terapéutico del áloe se produce durante la segunda guerra mundial al ser utilizado para curar las quemaduras causadas en las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki por las explosiones atómicas.

Existen varias formas de usar el aloe vera, según su finalidad: zumo, gel, fresco, pomada, vino tónico, inhalaciones, tintura y polvo. En su composición se encuentran más de 250 principios activos entre aminoácidos, enzimas, oligoelementos (manganeso, germanio, calcio, potasio, sodio, aluminio, hierro, zinc, cobre, plata, cromo, fósforo y titanio), proteínas y vitaminas (B12, B6, B5, B, A y C).

Sus beneficios sobre la salud son muchos y reconocidos universalmente. Entre sus propiedades baste citar algunas como las de cicatrizante, astringente, hidratante, regenerador celular, antiinflamatorio, antimicrobiano, antiséptico, nutritivo, depurativo, desintoxicante, digestivo, inmunoestimulante e inmunomodulador, hipoglucemiante, antiulceroso, anticancerígeno y antitumoral. Quien lo haya usado alguna vez no dudará en atribuirle propiedades curativas asombrosas, y muchos dirán que casi milagrosas. Esta planta puede ser utilizada externamente, aplicada sobre la piel, o bien internamente, ingiriéndola. Se aplica en quemaduras, cortes y heridas, cuidado del pelo y cuero cabelludo (contra la calvicie), para las hemorroides, varices, soriasis, picaduras de insectos, dolores musculares, manchas marrones de la piel, tratamiento del acné, hongos en la piel, pie de atleta, aftas, llagas de la de la boca, herpes labial, torceduras, dolores de cabeza, como desodorante corporal, para el cuidado facial, como loción refrescante, alivia el picor de la varicela y del sarampión, durante el embarazo previene las estrías y las grietas dolorosas, para hacer gárgaras en las infecciones de anginas, dolores de muelas, encías y dientes, problemas digestivos, artritis, osteoporosis, diabetes, hipertensión, sinusitis, asma, e incluso, me lo contó mi cuñada, para acabar con las verrugas, callos y papilomas.

PRECAUCIONES
El aloe carece de efectos secundarios y no es tóxico, pero alrededor de un 1% de las personas pueden ser alérgicas. El zumo amarillento entre la piel y la pulpa es cáustico, amargo, y posee efectos purgantes. La pulpa transparente del interior de las hojas es la que posee los efectos beneficiosos. El aloe vera no es un medicamento, si cree que puede beneficiarse de su uso consulte a un médico naturalista. Las enfermedades deben ser tratadas por los médicos.

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