martes, diciembre 19, 2006

Eva

Esta noche he vuelto a cruzar el pasadizo que comunica los sueños con las pesadillas y me he visto otra vez sentado en el sillón de los horrores, rodeado de monstruosas criaturas que amenazaban mis entrañas, algunas de aguijones puntiagudos, inyectores de venenos alucinógenos y pócimas nauseabundas, otras eran criaturas enormes golpeando con sus pesados brazos de martillo y queriendo aplastar mi cráneo sin compasión, algunas espantosas que muerden, que perforan y que horadan a sus victimas, pretendían roer mis vísceras sin mostrar el más mínimo atisbo de piedad.

En lo más oscuro de la noche he mirado tus ojos brillantes y profundos, y he sentido tus manos dominando a las fieras sobre mi rostro sin forma, y entonces los aguijones fueron labios que besaban suavemente ahuyentando mi dolor, los martillazos se transformaron en latidos que daban la vida a mi corazón, y el resto de criaturas perversas se hicieron benéficas herramientas con las que moldeaste mis ojos, mis pómulos, mi nariz, mi boca, mi risa…

Y como otra vez soñaba, y como ya era de día, pensé que te debía un sincero:

gracias Eva

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