El Tiempo, o Al Otro lado del Agujero de Gusano
Una y otra vez se eleva bajo mis pies y cae pesadamente perforando los cimientos del hotel. Los golpes hacen vibrar el cristal de la ventana sobre el que apoyo la frente, retumba todo el edificio, y en mi cabeza. No me deja estudiar, con las manos me tapo los oídos apretando con fuerza, es inútil. A través de la ventana miro fijamente al enorme martillo, que se eleva, que cae, que golpea, para volver a elevarse, caer y golpear, con ese espantoso ritmo. Pero poco a poco se va desvaneciendo el estruendo de los golpes, y superpuesta sobre el cristal veo reflejarse vagamente una sonrisa en mi rostro: sé como detener el martillo, puedo controlar su ritmo, puedo acelerarlo, silenciarlo, he aprendido a dominarlo, puedo ver el hotel dentro de diez años, dentro de veinte, puedo ver el futuro más real que el propio martillo elevándose, cayendo, golpeando,...